Sempre Viaggiando

Y se marchó…..

y a su barco le llamó libertad

y en el cielo descubrió gaviotas

y pinto estelas en el mar…

o

o

Por fin, tras casi un año sin pagar y con la comunidad de vecinos hasta el gorro, la Señora Esperanza ha abandonado el piso. Ha hecho falta dejar el caso en manos de abogados para que se fuera, pero ha valido la pena.

Hoy he entrado en el piso con mi madre. Los vecinos nos habían avisado de que hacía meses que olía fatal y lo que hemos visto (y podido oler) les daba toda la razón. El estado del piso es totalmente lamentable: el parket está completamente manchado de meadas de perro (se ve que nunca lo sacaban, al pobre animal), han arrancado todas las luces, dejaron la encimera de la cocina encendida al máximo a propósito, la cocina está hecha un asco, las puertas están llenas de rascadas y la mitad del lavabo podrido y con goteras. Mañana irá una brigada de limpieza a sanearlo. Me pregunto cómo puede alguien vivir ahí dentro. Les cortaron el gas y el agua (la luz no, porque hicieron un chanchullo) e iban a buscar agua en la fuente de la esquina. Lamentable. Lo peor es que la mujer tenía dos hijas y las dejó los dos últimos meses solas en casa mientras según ella «se tenía que marchar para cuidar a su familia» (y sus hijas qué son?).

En fin, el calvario por fin pasó. Lo que parecía ser un simple caso de morosidad ha acabado siendo el caso de una mujer loca que malvivía en el piso de mis padres (y lo destrozaba) mientras abandonaba el cuidado de sus hijas y de un perro enorme y peludo que no tenía más remedio que hacérselo encima.

Todavía tengo metida en la cabeza la peste a meado que hacía el piso. Qué asco. Y qué patético que la ley vaya siempre a favor de los malos. Hoy hemos ganado echándola, pero lo más seguro es que no veamos ni un duro de lo que debe ni de lo que van a costar todas las reparaciones. El mundo es injusto.

Salir de la versión móvil