Sempre Viaggiando

Un paseo por los secretos mejor guardados de Girona

Esta entrada también está disponible en: Catalán

Si no viviera en Barcelona, viviría en Girona. Siempre lo he pensado y, tras pasar unos días explorando la ciudad, estoy todavía más convencida de ello. Seguramente mis raíces garrochinas ayudan a convertirme en una buena gerundense, pero gran parte de mi fascinación por la ciudad está en su tamaño (ideal para ir andando a todas partes), sus calles peatonales encantadoras, su intensísima actividad cultural (Girona Temps de Flors, festival de Teatro Temporada Alta, Fiestas de Sant Narcís…) y su proximidad con la naturaleza (léase también fascinación por las ciudades con un río en medio).

La semana pasada tuve el placer de vivir unos días en Girona para explorarla de una forma más local. Debo reconocer que, como barcelonesa, después de tantos paseos por Girona para ir de compras o pasar la tarde, me daba incluso vergüenza no conocer prácticamente nada de la historia de la ciudad. Así que no podía dejar pasar la oportunidad de descubrir los secretos mejor guardados de la ciudad: aprender a hacer «castells», compartir secretos de cocina con un gran chef catalán, descubrir las leyendas de la ciudad y explorar sus alrededores. Todo eso y más, os lo iré contando en los próximos días. Hoy, os propongo un recorrido por las calles del centro histórico de Girona. El recorrido puede hacerse tranquilamente en un día y os permitirá para descubrir los secretos mejor guardados de la ciudad: leyendas sobre moscas, entrenos de los Castellers, ojos que espían, plazas minúsculas e incluso un mapa de París escondido en plena rambla. ¿Me acompañáis?

El paseo puede empezar en el Pont de Pedra, uno de los principales puentes de la ciudad sobre el río Onyar. Desde el Pont de Pedra empiezan las Ramblas de Girona, en las que abundan las cafeterías y terrazas. Si andáis por debajo de los arcos, aseguraros de ir mirando el techo; descubriréis un mapa de París! En ese punto de la ciudad había, hace tiempo, una tienda con productos de París, que no tenía el éxito que esperaba porque los habitantes de Girona no sabían nada de los encantos de la capital francesa. Por eso, pintaron un mapa de la ciudad para que la gente aprendiera un poco más sobre París y se interesara por la tienda. Hoy, en el lugar de la tienda original hay vestidos de novia… ¡Seguramente, la moda nupcial más parisina de Girona!

En las mismas Ramblas, observaréis que en las esquinas de los arcos hay pequeñas estatuas de aspecto fabulístico. Dicen que desprenden un karma un tanto especial que hace que la gente se enamore al pasar por allí. No puedo demostrar que sea una ciencia exacta pero seguro que poniéndolo cariño y atención, conseguimos el objetivo deseado.

Y de la Rambla más francesa pasamos a la plaza más pequeña del mundo: la Plaça del Raïms, a la que se accede desde el carrer de la farmacia, en el que también encontraréis un gran «ojo» espía en una de las fachadas. Dicen que en esa calle había una escuela de música y, los padres, para asegurarse que sus hijos acudían a clase, hicieron este agujero para tenerlos controlados.

Toda esta parte del casco antiguo está llena de calles con nombres de gremios y profesiones. Merece la pena dar un paseo por la Plaça del Vi, Carrer de les Ferreries Velles, Carrer dels Mercaders… Todas ellas peatonales y coquetas. Pero volviendo a nuestra ruta, nuestra próxima parada son las escaleras de la iglesia de Sant Martí, en la Pujada de Sant Martí, un lugar encantador que cobra vida durante la exposición al aire libre de Girona Temps de Flors, en la que la iglesia abre al público y las escaleras se convierten en una gran alfombra floral, como prácticamente todas las calles de la ciudad. Temps de Flors se realiza cada año durante el mes de mayo. 

Llegamos al Carrer de la Força y entramos en la Judería (barri del Call Jueu), uno de las mejores conservadas de Occidente. El barrio judío coincide con la ciudad romana antigua de Girona. Cuando la ciudad se expandió, la gente prefirió vivir en las nuevas viviendas alrededor del casco antiguo, por lo que las casas quedaron vacías y allí se instalaron los judíos. Hoy día, pocos judíos viven en la judería de Girona, pero quedan aún buenas pruebas de la historia de la ciudad en las fachadas y en los dichos populares actuales. Por ejemplo, si entráis en la tienda de souvenirs y regalos de la calle Força núm 16, veréis parte de una antigua casa (ventana y puerta, tapiadas).

Catedral de Girona y baños árabes

Siguiendo por el Carrer de la Força, llegamos a la Catedral de Girona y su impresionante escalinata. ¡Que no sirva como excusa para no visitar la catedral! La entrada es de pago pero merece bien una visita, por ser la Catedral Gótica de una sola nave más grande de Europa y, también por su encantador claustro. La Catedral es uno de los puntos neurálgicos de la vida de Girona. Allí «conoceréis» a Sant Narcís, el patrón de la ciudad que, según la leyenda, protegió Girona de la invasión de los Franceses. Cuando el rey francés abrió la tumba de San Narciso, salieron una infinidad de moscas que consiguieron matar al rey. De aquí que en Barcelona se decretara eliminar todas las referencias y monumentos a Sant Narcís «por si las moscas» (por si acaso).  Seguramente lo que mató al rey francés fue la malaria (transmitida por un insecto) y no un puñado de moscas, pero no me digáis que no es curiosa esta leyenda para explicar el origen de esta popular expresión!

Tras la visita a la Catedral podemos volver a bajar las escaleras de la Catedral. Las mismas que subieron Els Marrecs de Salt, la colla castellera de Girona. Fijaos en este video… ¡Piel de gallina!

Consiguieron esta hazaña en 2011, pero quieren repetirlo este año 2012, para las Fiestas de Sant Narcís (26 octubre – 6 noviembre). ¿Qué conseguirán hacer este año? Por cierto, Els Marrecs entrenan regularmente en Salt, la población justo al lado de Girona. Si os apetece ver cómo practican el arte de los «Castells» y cómo consiguen que los más pequeños no tengan miedo a las alturas, acercaros a conocerles. Podéis contactarles a través de su página web. Os recibirán con los brazos abiertos, una «faixa» y mucha ilusión para explicaros su pasión.

Junto a la Catedral, están los Baños Árabes que, en realidad son de estilo románico, construidos en el siglo XII cuando los baños árabes estaban de moda. Pueden visitarse en el interior y, aunque son pequeños, la visita resulta interesante para conocer más de cerca una de las tradiciones más milenarias de la ciudad. Desde la terraza de los baños árabes hay buenas vistas a la Catedral de Girona y a San Felix, que también puede visitarse. Precio baños árabes: 2 euros.

Continuamos por la Pujada de Sant Feliu y el Carrer de les Ballesteries para acercarnos al río Onyar, una de las imágenes más típicas y cautivadoras de Girona (ya os lo decía yo que las ciudades con río tienen un no-se-qué). Para cruzar al otro lado del río hay varios puentes que merece la pena atravesar. Mi preferido es el Pont de Ferro (de hierro), diseñado por el mismísimo Gustave Eiffel – realmente, las coincidencias entre Girona y París son bastantes… ¿Quizás será también por eso que me gusta tanto Girona? Otro de los puentes encantadores es el de la Princesa, cada vez más lleno de candados que sellan amores al más puro estilo «Pont des Ars» parisino.

La Moska, la cerveza local artesana de Girona. En medio, el puente de la Princesa. Y a la derecha, Jordi Roca sirviéndonos uno de sus helados de cuento de hadas.

En cuialquier caso, una vez estéis al otro lado del río, no dejéis pasar la ocasión de acercaros a la Heladería Rocambolesc (Carrer Santa Clara, 50), una suculenta invención del hermano pequeño de los Roca, del Celler de Can Roca, el segundo mejor restaurante del mundo. Jordi Roca suele frecuentar la heladería para servir él mismo los helados que diseña y cuya carta va ampliando constantemente con productos de temporada. Helado de vainilla con bizcocho de chocolate, salsa de chocolate y crujiente de caramelo fue mi elección. Los más arriesgados hay otras opciones como el helado de manzana al horno o sorbete de fresa con gominolas de fresa y frutos rojos.

Desde el puente de la Princesa observaréis que todas las casas del río tienen color, excepto una que está pintada de color blanco. Se trata de la Fundación Casa Rafael Masó, la única casa del río abierta al pública que permite ver Girona desde un nuevo punto de vista, a la vez que se visita una casa típica de principios del siglo XX. Rafael Masó fue un importante arquitecto catalán que se unió a los artistas que crearían el Noucentisme (Novecentismo), la alternativa al Modernismo. El arquitecto vivió en esa casa y diseñó gran parte del mobiliario, que se conserva tal y como era en esa época. Vidrieras preciosas, baldosas que hoy todavía se considerarían modernas, muebles novecentistas y una oportunidad única para imaginar la vida en una de las casas típicas del río. La Casa Rafael Masó acepta visitas tanto de individuales como de grupos (máx 8 personas) pero aconseja reservar previamente (en su tienda física situada en la misma calle, por teléfono o por internet). El precio de la entrada general es de 5 euros y está abierta de lunes a domingo, excepto festivos locales y nacionales. Más info y reservas en su web.

Casa Rafael Masó

Otra de las visitas más impresionantes en Girona es el Refugio Antiaéreo de la Guerra Civil. Está situado bajo un parque infantil y gestionado por el Museu d’Història de la Ciutat. Tuve la oportunidad de entrar e incluso experimentar durante apenas un minuto (con un montaje de audio y sin luz) cómo se vivían los bombardeos dentro del Refugio. Claustrofobia, sensación de impotencia y un ruido agónico. La visita resultó de lo más impactante (e incluso agobiante). Quedamos todos sin aliento. No puedo ni imaginar cómo debería ser pasar varias horas seguidas dentro del refugio con las bombas retumbando sobre las paredes. Las visitas del Refugio Antiaéreo están pensadas para grupos y es imprescindible la visita previa. Podéis consultar en la web del Museo de Historia para concertar cita.

Con esta impactante visita nuestro recorrido llega a su fin. Cansados y fascinados de tanta historia, lo mejor es llenar el estómago. En Girona no tendréis problemas para comer bien en cualquier parte. Desde cocina tradicional catalana hasta cuisine internacional. Si os apetece un restaurante chic con buena carta de vinos y quesos, acercaros al Divinum (Carrer Albereda, 7 – cerca del Pont de Pedra, donde hemos empezado la ruta). ¡Con su menú degustación se os hará la boca agua! Después de cenar, en el centro de Girona encontraréis una buena multitud de bares en los que tomar algo (por ejemplo en la Plaça de la Independencia). Si tenéis ocasión, probad la cerveza local, «La Moska» (no podía tener otro nombre 😉

Si preferís algo más informal pero sano, tenéis el Bistro Bar Croaks, muy cerca de la plaça Independencia. Es un bistro moderno, con un diseño muy chulo y unas hamburguesas con patatas más que exquisitas. Tapas, ensaladas, sandwichs, hamburguesas, patatas fritas artesanas… y un tiramisú de lujo! Lo mejor es que están abiertos todo el día y la cocina funciona siempre, por lo que podéis pedir lo que queráis cuando queráis. (Dirección: Gran Vía Jaume I, nº 1).

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CÓMO LLEGAR A GIRONA

La estación de tren y autobuses está a tan sólo 15 minutos andando del centro histórico de Girona. Hay una buena frecuencia de trenes entre Barcelona y Girona (1 cada hora, aprox) y también buena conexión a Figueres y Francia. Para desplazaros al resto de la provincia de Girona, podéis consultar los horarios de los autobuses de todas las compañías que operan. Para los horarios de tren, podéis consultar la web de Renfe.com

El aeropuerto de Girona-Costa Brava está a sólo 20min del centro. Hay buses regulares enlazando con el centro (cada hora aprox). Desde el aeropuerto también hay conexión en bus a otras poblaciones de la Costa Brava. Más info en la web Aena del Aeropuerto.

DÓNDE DORMIR EN GIRONA

Según tu presupuesto y tipo de viaje, te propongo las siguientes opciones:

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