Amsterdam o las segundas partes del turismo

Dicen que las segundas partes nunca son buenas, pero hoy estoy aquí para elogiar las segundas veces que visitamos un destino. Esa segunda vez en la que llegas a una ciudad sin la santa presión por tener que verlo todo, hacerte fotos en cada monumento y tener que ir de un lado al otro con la lengua fuera. Esa segunda vez en la que, por fin, sin presiones turísticas, puedes pararte en medio de la calle, descansar y ver la vida pasar. Porque lo cierto es que a pesar de que conoces bien todos los monumentos de la ciudad, te das cuenta que apenas conoces a sus habitantes.

Esta semana ha sido la segunda vez que visitaba Amsterdam (en realidad la tercera, pero hubo una primera vez de visita relámpago de un día que ni siquiera me atrevo a contabilizar como tal). Me preguntaron si iría a algún museo o tomaría un crucero por los canales. Por supuesto que no, eso ya lo hice hace dos años y me apetecía más que nunca no hacer nada turístico.

Me he pasado tres días caminando por sus calles, desorientándome «por culpa» de sus canales y sentándome en muchos cafés con mi portátil y mi té verde. Cosas del tele-trabajo, oigan!

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Y me ha encantado. En serio, esta vez sí he tenido la sensación de descubrir Amsterdam. Esta vez he podido ver las caras de la gente, subirme al tranvía nº 5 como ellos, o incluso aprender a pronunciar las primeras palabras en holandés – aunque suenen fatal.

He visitado a mi amiga Mar durante unos días. Mientras ella trabajaba en su nuevo empleo start-up, yo me levantaba tarde, andaba hasta la estación (1 hora aprox), me paraba a sacar fotos y buscaba un café con buen internet para pasar la mañana y responder mis emails. Y como suele pasar en estas ocasiones, la inspiración lejos del despacho y la limitación temporal de la batería conseguían que fuera más productiva que nunca y mi trabajo de cada día se hiciera en apenas un par de horas. Gracias a eso, mi tardes quedaban libre para hacer meetings con otros compañeros y amigos holandeses.

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Creo que todos deberíamos dar segundas oportunidades a todos los destinos para que nos muestren su lado más real, local y humano. Aquí os dejo las cosas más interesantes que he aprendido estos días:

1. Que comprar una tarjeta de internet (datos, pre-pago) no es ninguna tontería. La he usado más que nunca: orientarme con google maps, quedar a tiempo real con la gente por whatsapp, compartir fotos, trabajar a distancia… Los 25 euros mejor gastados de estos tres días (con Lycamobile)

2. Que cruzar sin mirar a ambos lados es un deporte de alto riesgo en Amsterdam.

3. Que UI en holandés se pronuncia AU. Ahora muchas cosas tienen sentido. (ej: huiz se pronuncia «haus» – como «house» en inglés)

4. Que en la cafetería del EYE Film Museum el wifi va incluso mejor que en mi casa. Wifi libre y sin problemas. Las vistas son fenomenales y el local frecuentado por gente local. Eso sí, id con la batería cargada porque apenas hay enchufes. Cuando falla la batería, podéis ir a cualquier Starbucks y tenéis 2 horas gratis de internet y enchufes por todos lados.

5. Que los Backfiets son realmente encantadores. Desde ya, muy fan. Los holandeses ya no van en bici; van con backfiets, que son bicis adaptadas para llevar un carrito delante (o detrás) para llevar niños, mascotas o cosas varias. Muy útil. ¡Los hay que son auténticos carruajes!

6. Que los alquileres en Amsterdam están por las nubes. Para economizar todavía más el alquila, es habitual transformar el salón del apartamento en habitación y así poder subalquilarla. ¿Que dónde comen o hacen vida social? Cada uno en sus habitaciones (o en la cocina).

7. Que los tulipanes que he comprado tienen que plantarse cuanto antes mejor (hasta marzo) y que quizás este año salgan pequeños. Pero el año que viene deberían salir más grandes.

8. Que de Museumsplein a la estación de Amsterdam Centraal hay una hora andando aprox y es todo recto.

9. Que las escaleras de los pisos típicos de Amsterdam son super altas. Motivos: edificios muy estrechos pero con techos muy altos. Las escaleras son de vértigo, sobre todo si tienes que bajar con maletas o, peor aún, con muebles.

10. Que pasar un día fuera de Amsterdam también es un buen plan. Subir al tren es casi como subir al metro. En media hora estás en ciudades típicas como Utrecht y en una hora prácticamente te plantas a la otra punta del país.

11. Que el autobús 197 es una buena opción para ir al aeropuerto de Schipol, sobre todo si te alojas lejos de la estación central. En 35 minutos estás en la puerta de Schipol. 5 euros el billete y pasan cada 10-15 min (también por Museumsplein).

12. Que en Amsterdam también puede salir el sol. ¡Tres días seguidos!