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La Toscana croata – o la historia de cómo me enamoré de Istria

Al norte de Croacia, en la frontera con Italia y Eslovenia existe una región preciosa escondida entre viñedos, pequeños montes, paisajes verdes, pueblos medievales y playas vírgenes. No es de extrañar que sea popularmente conocida como «la Toscana de Croacia«. Os hablo de la península de Istria, una región singular con diferentes acentos.

Personalmente, y para que os hagáis rápidamente una imagen del lugar, Istria me recordó a una Italia campestre y tradicional: parejas en moto recorriendo las callejuelas sin casco, carreteras entre viñedos, chicas con vestidos a flores y topos y una tradición enorme por la buena gastronomía.

En los tres últimos días de nuestro viaje por Eslovenia, organizamos una escapada a la romántica Istria con el objetivo de perdernos por sus encantadores pueblos, conocer sus tradiciones y bañarnos en sus salvajes playas.

Esa era nuestra primera vez en Croacia y teníamos ganas de descubrir por qué está tan de moda. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que Istria era muy peculiar y quizás no era la imagen más fiel de la Croacia que teníamos en mente.

Para empezar, y para no decepcionar a nadie más adelante, las playas de Istria no son de arena (ni de piedras). De hecho, en Istria, «las playas» (tal y como las entendemos aquí) prácticamente no existen.

Te puedes bañar en todo el litoral de la península pero apenas hay espacio para dejar la toalla. Casi siempre, las playas son espigones especialmente adaptados para saltar al mar y subir por una escalera. Eso sí, el agua es clara, limpia y calentita. 

El mayor acierto de esa escapada a Croacia fue alojarnos en una casa rural en el encantador pueblo de Visnjan, en el interior de Istria. Los pueblos de la costa (Koper, Piran, Porec, Rovinj, Pula) son los más conocidos y atraen siempre a una gran cantidad de turistas (alemanes, austríacos e italianos), que buscan maximizar sus vacaciones a base de sol y mar.

Sin embargo, nos apetecía alejarnos de las corrientes turísticas y explorar también el interior de la península. Encontramos la calma y la desconexión en Villa Visnjan, una casa rural regentada por Silvano Ritossa, un viajero incansable y un apasionado de su tierra.

A nuestra llegada, Silvano nos esperaba con los brazos abiertos para darnos algunos buenos consejos para recorrer los pueblos de Istria, encontrar las mejores playas y evitar (o no) los campings naturistas -que, por cierto, en Istria abundan.

Como en muchas regiones fronterizas, la península de Istria ha sido testimonio de guerras y divisiones en los territorios, viviendo en constante mezcla con las culturas y naciones de su alrededor.

«En mi familia somos cuatro generaciones y todas hemos nacido con nacionalidades distintas. Mi abuelo era austro-húngaro, mi padre, italiano, yo y mi hija nacimos en Yugoslavia, y ahora somos croatas«. Las palabras de Silvano me dejaron totalmente fascinada; era nuestro primer contacto con Istria y ya estaba completamente cautivada por su historia – ¿sería su conexión con la Toscana italiana?

La península de Istria perteneció a Italia entre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Por eso, actualmente, los carteles y señalizaciones en Istria están tanto en croata como en italiano, lo que resultó muy práctico para movernos. Muchos de sus habitantes siguen hablando y entendiendo el italiano. Ahora entendéis porqué tuvimos la sensación de estar en Italia, ¿verdad?

Istria no sólo conserva el idioma italiano, también su gastronomía. Pizzas, aceite de oliva, helados cremosos… Todo ello a precios croatas, muy asequibles (cena en pizzería con dos pizzas y bebidas, sólo 16€). Para acabar de enamorarnos por completo, nuestra llegada coincidió con las Fiestas del pueblo. Bailes con orquestra en los que jóvenes y mayores tomaron la plaza del pueblo totalmente desacomplejados. Nos contagiaron el espíritu veraniego, el dolce far niente, las risas y la música, y saltamos a la pista a bailar.

Los dos días siguientes se hicieron realmente muy cortos. Los aprovechamos al máximo para recorrer el litoral de Istria de norte a sur, bañarnos en varias de sus playas, recorrer las estrechas calles de sus pueblos más bonitos y aventurarnos por los paisajes del interior. Hablaré de todo ello en los próximos artículos.

 

Villa Visnjan, el hotel rural ideal para explorar Istria

Villa Visnjan es un hotel rural, pequeño y cuco. Nos decidimos por su impresionante piscina y vistas y nos convencimos por su insuperable situación: alejada del bullicio turístico de los pueblos de la costa, pero cerca del acceso a la autovía que cruza la península, ideal para ir de una localidad a otra.

Está a 13km de Porec, a 35km de Rovinj, a 55km de Pula y a sólo 15km de pueblos medievales como Motovun o la «ruta del vino».

Durante nuestra estancia coincidimos sobre todo con familias viajeras y pequeños grupos de amigos. Fue ante todo una estancia tranquila, relajada y muy auténtica; tuvimos la sensación de estar viviendo en la Istria más local.

Silvano y su hija, Doris, se encargan de que te sientas como en casa y disfrutes de la tranquilidad de Visnjan – sólo interrumpida por las campanas de la iglesia y el gallo del vecindario, que consiguen que las vacaciones sean absolutamente bucólicas por si quedaba alguna duda.

La piscina fue el mejor reclamo para que nuestras vacaciones fueran veraniegas y frescas. Tras un día caluroso y salado en las aguas del Adriático, apetecía más que nunca volver a Villa Visnjan para darnos un chapuzón en la piscina.

Arnau, incluso, se levantaba más temprano para darse un baño y despertarse lleno de energía. Los apartamentos son modernos y cómodos, decorados con la esencia tradicional de Istria. Abrir los porticones de madera de las ventanas del apartamente se convirtió en mi actividad favorita cada mañana. Me esperaban estas espectaculares vistas.

La terraza está decorada con plantas e invita a cenar allí o a tomarse una copa de vino de la región al atardecer. Incluso hay una barbacoa para los huéspedes. Cada apartamento dispone de cocina, de forma que puedes cenar tranquilamente en casa, sin prisas, como nos gusta a nosotros. Eso sí, al menos hay que ir a cenar un día a la Pizzería Borgogna, en el mismo pueblo de Visnjan. ¡Simplemente exquisita!

Si tenéis pensado hacer un viaje por Eslovenia o Croacia y vais a pasar por Istria, os recomiendo alojaros en el hotel rural Villa Visnjan. Contactad directamente con Silvano -habla inglés, italiano, alemán, francés y croata; soy muy fan suya. Seguro que os recibirá con las ganas y la ilusión con las que recibe siempre a todos los huéspedes. No hace falta que traigáis guía de viaje, él es el mejor guía que podríais encontrar para descubrir la «Toscana Croata».

 

 

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