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Bergamo, la prima cuqui de Milán

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Hace ya dos veranos, durante nuestro viaje por el norte de Italia quedamos gratamente sorprendidos por dos ciudades: Mantova, de la ya os hablé hace un tiempo, y Bergamo, a la que me gusta llamar «la prima cuqui de Milán».

Escondidas entre las grandes Milano, Verona y Venezia, estas dos pequeñas ciudades comparten el gusto por lo exquisito, por las calles adoquinadas y por estar lejos de las grandes masas turísticas. Las visitamos por recomendación expresa de la familia con la que intercambiamos nuestra casa: una vez más, los consejos locales eran una muy agradable sorpresa.

La vieja Bergamo es pequeña pero coqueta. Está repleta de tiendas «cuquis» que son (evidentemente) la devoción de los pocos turistas -pero selectos- que paseamos por sus calles: pastelerías, chocolaterías, panaderías, licorerías… Para los que conocéis Catalunya, Bergamo me recordó un poco a Camprodon: el encanto de sus calles y sus paisajes de postal, sumado a tiendas con productos locales y esa mezcla curiosa de gente autóctona y viajeros que buscan «algo más que lo que ya conocen».

Bergamo está a media hora de Milan (la ciudad, no el hijo de Piqué y Shakira) y es precisamente su ciudad antagónica. Ese calurosísimo día de agosto, huímos de Milán: huímos de la multitud de gente, del calor infernal del tejado del Duomo, de encontrar las tiendas cerradas, de no conseguir encontrar un restaurante… Huímos agobiados y, de regreso al Lago di Garda, decidimos parar a pasear y cenar en Bergamo. ¡No podíamos haber hecho mejor elección: Bergamo salvó ese día! En Bergamo todo va despacio, pausado. Es el «dolce far niente» urbano. Su centro histórico es bien pequeño y uno tiene la sensación de estar paseando por un pueblo. Esa tarde de agosto, los niños jugaban en el calle, los viejos reían a carcajadas en las terrazas de los bares y los turistas disfrutábamos de un momento de silencio.

Como en toda ciudad italiana, en Bergamo también hay plazas con fuentes: la piazza del Duomo, la piazza Vecchia… Un paseo de una hora es suficiente para descubrir la ciudad tranquilamente. A pesar de la belleza de sus edificios históricos, Bergamo me impresionó más por su ambiente auténtico, calmado y muy refinado.

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Consejos para visitar Bergamo

· Si te quedas a cenar, mi recomendación es el restaurante Il Sole (también un hotel). Cuando entras en un sitio y ves que familias enteras de italianos comen allí sabes que has elegido bien. Y eso mismo nos pasó en Il Sole. Es un restaurante grande y tiene una muy apetecible terraza. ¿Y qué decir de las pizzas? ¡Exquisitas! Os dejo la foto para que vayais salivando. Otra opción es picar un poco en este impresionante bar de «pizza al taglio».

Pizza prosciutto e funghi del restaurante «il Sole»

Pizza al taglio para elegir

· El aeropuerto de Milan-Orio Al Serio está a tan sólo 5km de Bergamo. Desde allí hay un autobús que te acerca a la ciudad.

· Si vas en verano, intenta evitar las horas de máximo calor. Creo que parte del éxito de nuestra excursión a Bergamo fue haber ido por la tarde-noche (a eso de las 19h). Toda la ciudad está hecha de piedra y adoquines por lo que, igual que en Milán, al mediodía debe de hacer un calor espantoso. ¡Aprovecha las tardes largas de verano para recorrer Italia a la temperatura ideal!

Bergamo por la noche

ALOJAMIENTO

Como sabéis a nosotros nos gusta mucho hacer intercambios de casa para poder ahorrar en el alojamiento y vivir el destino de una forma más auténtica. En este viaje al Lago di Garda hicimos nuestro primer intercambio de casa, que os recomiendo absolutamente probar. Podéis leer más en este artículo.

Pero si estáis buscando hotel o B&B para una o dos noches en Bergamo, aquí van tres recomendaciones que os pueden ir bien:

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